¡Casi tiré todo por la borda! (Por poco lo pierdo todo...) TESTIMONIO DE: Lorne H. Matthews |
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Mis elecciones destructivas fueron peores que quemar dinero. Estuve en una "sublime trampa" en la que todo se SENTÍA muy bien. Mi mente decía que aquello tenía que ser de Dios! En el altar de las emociones egoístas, yo estaba sacrificando mi verdadera riqueza: mi familia. Al cumplir 40 años de edad, me acuerdo haber tenido sentimientos de enojo, rechazo, frustración y de no haber logrado el éxito que yo había deseado. Amargamente concluí que mi esposa había sido el principal obstáculo (Génesis 3:12). Habíamos estado casados por dieciocho años, pero ahora yo veía aburrimiento y palidez en nuestra relación. No peleábamos, pero ya no había nexos emocionales. En aquel tiempo, nuestra familia comenzó a utilizar los servicios de corte de cabello que brindaba una mujer de nuestra iglesia. Un día visité el salón de estilista que ella tenía en su casa para que me hiciera un corte. Cuando terminó, me acarició tiernamente, y en ese momento se despertó un fuego en mí que me encendió un deseo desmedido por ella. El mal que yo escondía en mi corazón había brotado en llamas. Al día siguiente nos volvimos a encontrar, y determinamos divorciarnos de nuestras respectivas parejas y continuar con la "vida abundante" que nuestros corazones estaban deseando ciegamente. Consulté con un prestigiado consejero cristiano que estaba convencido de que Dios me estaba librando del yugo matrimonial y dándome a alguien más adecuado a mis necesidades. Este consejero me motivó a ir a vivir con mi nueva "flama", a aprender de ella, e incluso usó versículos Bíblicos, como el de Marcos 10:29-30, para convencerme (Romanos 7:8 y 11). La mujer que ahora yo idolatraba obtuvo fácilmente su divorcio. Sin embargo, yo me encontré con una barrera: una esposa que creía fielmente, por inspiración de Dios, que el pacto matrimonial significaba "hasta que la muerte nos separe". Ella se negó a cooperar o a firmar algo. Traté de convencerla de que yo estaba cometiendo adulterio, y que ella tenía bases bíblicas para divorciarse de mí. Pero Jimmie Ruth ya había examinado la llamada "Cláusula de Excepción" (Mateo 5:32 y 19:9). Ella concluyó que esto fue escrito para una cultura judía con costumbres firmes de compromiso matrimonial. (Durante el año de esponsales, si había infidelidad, cualquiera de las partes comprometidas podía obtener el divorcio). José y María estaban en esa situación (Mateo 1:18-25). La Palabra de Dios dice: "a no ser por causa de fornicación" (no dice adulterio). Muchos amigos cristianos, que no estaban de acuerdo con Jimmie Ruth, pensaban que mi adulterio era causa suficiente para el divorcio. Sin embargo, ella se mantuvo firme en su convicción de que los votos matrimoniales nos habían unido en "una sola carne" hasta que uno de los dos muriese. En este punto, yo culpé a mi esposa de mi adulterio; después de todo, si yo pudiera obtener un documento legal de divorcio, entonces mi nueva relación dejaría de ser adulterio. ¿O, hubiera seguido siéndolo? (Marcos 10:11-12, Lucas 16:18). La otra mujer y yo nos fuimos a vivir juntos. Ella ayudó a calmar mi conciencia diciéndome que había oído "la voz de Dios". Ahora yo sé que fue una forma de controlar y manipular, y no fue del todo Dios. "La voz" nos dijo que fuéramos a vivir a Florida y así lo hicimos! La "voz" en ella me profetizaba cosas que llegaron a suceder. (Los demonios tienen poder para engañar, sin embargo, el cumplimiento de una profecía sólo es importante si está enteramente de acuerdo con la Palabra de Dios. Deuteronomio 13:1-5, y 2ª de Tesalonicenses 2:9). La falta de rectitud en mi corazón dio pie al poder del engaño que también estaba trabajando en ella. Ella profetizó que un millonario vendría a nuestras vidas y nos daría todo lo necesario para una nueva vida, un nuevo matrimonio y un nuevo ministerio. Y esto sucedió! Aquel millonario me puso en las manos las llaves de un nuevo coche, las llaves de un condominio en un exquisito campo de golf y las llaves de una iglesia en la que yo podría ser el pastor (a pesar de mi adulterio). El también financió programas de televisión cristianos en los que podríamos aparecer en las series de una conocida transmisora. Incluso podría yo involucrarme con cualquier otra mujer con la que yo escogiese "casarme". Mi esposa todavía seguía fiel, pidiéndole a Dios que me protegiera, y esperando con fe. La hija más joven de la mujer vivía con nosotros. Cada noche yo la arropaba en su cama, oraba con ella y hacía el papel de "papá cristiano" al mismo tiempo que cometía adulterio con su mamá (QUÉ INSENSATEZ!) Romanos 7:22,23. Al mismo tiempo, había yo abandonado a mis propios hijos, Mark y Melody. Yo era peor que un infiel (1 Timoteo 5:8). Había yo depositado mis pasiones equivocadamente y estaba siendo controlado por mis emociones. Mi enfoque era hacia mí mismo, en egoísmo, y no en la Palabra de Dios ni en mi famila (2 Tim 3:1-7). Una noche esta niña oró así: "Querido Jesús, haz que la Sra. Jimmie Ruth se enferme tanto, que quiera firmar los papeles, para que entonces podamos aquí nosotros ser una familia". A las pocas horas de esa oración, mi esposa, que había estado en perfecta salud, tuvo que entrar a cirugía de emergencia. Una gran porción de sus intestinos tuvo que ser retirada, y ella no tenía muchas esperanzas de vida aquella noche. Pero ella seguía firme en su promesa del pacto que habíamos hecho "hasta que la muerte nos separe". Al día siguiente que había ocurrido la cirugía de mi esposa, el primer hijo que le había nacido a esta otra mujer, un adolescente que también había estado en perfecta salud, tuvo que ser llevado de emergencia a otro hospital. A él se le diagnosticó tener un tumor cerebral. La mujer estaba convencida de que era obra de un demonio enviado por mi esposa. De todos modos, ella neciamente no quiso arrepentirse de su pecado (Apocalipsis 2:18-23). Algunos meses mas tarde, aquel piadoso joven murió. Su madre había profetizado que yo lo adoptaría un día y que su nombre habría sido Jimmy Matthews (como el nombre de mi esposa!). De repente abrí los ojos después de haber estado en una ceguera espiritual. Comencé a vislumbrar los errores del engaño. La maldición estaba desapareciendo. Gradualmente, me di cuenta de que yo tenía que comenzar a obedecer la Palabra de Dios, no solo lo que me parecía que estaba bien. Al ir desapareciendo la dureza de mi corazón (Mateo 19:8) decidí ir con mi hija Melody a su graduación. A mi llegada, encontré que ella había flanqueado la entrada de la casa con listones amarillos en señal de bienvenida a su papito. Fui con mi hijo Mark y le pedí perdón. El asentó de una manera tan casual como lo era la certeza inicial de mi arrepentimiento, pero ambas respuestas han llegado a ser más sólidas conforme pasan los años. Mi esposa, por la gracia de Dios, todavía estaba parada en el mismo lugar donde firmemente declaró sus votos el 28 de diciembre de 1962 -fiel a Dios y a su pacto. El proceso comenzó: Yo confesé mi pecado, renuncié a mi egoísmo y recibí la Misericordia de Dios (Proverbios 28:13). En una fría noche de invierno, busqué la tumba de aquel joven piadoso. Arrodillado en la nieve, le pregunté a Dios que por qué no había tomado mi vida en vez de la de él. El muchacho era inocente -yo era el culpable! Finalmente, encontré consuelo al pensar que ahora él estaba en la presencia de Dios. Entonces recordé de las Escrituras: "El marido incrédulo es santificado en la mujer" (1 Corintios 7:14). La fidelidad de mi esposa me mantuvo libre de haber sido separado de Dios y de nuestros hijos. Al principio, cuando buscamos restaurar nuestras vidas juntos, Jimmie Ruth y yo no tuvimos emociones cálidas ni expresivas, pero en el temor del Señor, comenzamos a reconstruir nuestro matrimonio. Cada uno comenzó tomando la responsabilidad personal de caminar individualmente con Dios. Hicimos la inversión de esforzarnos más allá de las actitudes correctas que nos debíamos mutuamente, las cuales llevan a la cura de las emociones con el tiempo. El proceso ha sido largo y doloroso, pero honestamente puedo decir que los resultados bien valen la pena. Mi vida diaria ahora se sumerge en la paz y en los gozosos sonidos de nietos felices y sanos que son el fruto de la misericordia de Dios que se añaden a mi obediencia. Nuestro hijo y nuestra hija han elegido perdonar y amar a su padre arrepentido. Tengo un lugar llamado "hogar" (el mismo que traté de echar por la borda!) el cual está lleno de todo bien preciado y agradable (Proverbios 24:3-4). Tengo una esposa que me ama de una forma en que pocos hombres pueden ser amados; una esposa que estaría aún dispuesta a morir si fuese necesario, a fin de ser fiel y mantener el pacto. Y YO CASI TIRÉ TODO POR LA BORDA! Preciado amigo o amiga, si el fuego de la amargura y lujuria consumen tu vida, ¡vuelve tus ojos a Cristo!. Percibe el fuego de amor que viene de El. Apártate de tu egoísmo (2 Tim 3:1-5). Recibe la misericordia y el perdón que Jesucristo nos da cuando confesamos y abandonamos el pecado. No te dejes engañar: los adúlteros no pueden heredar el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10). El fuego de la codicia, amargura y lujuria destruyen la vida. El fuego de la fe, esperanza y amor purifican la vida y producen la verdadera riqueza. Si tú diriges tu corazón completamente hacia el Señor Jesucristo, sabrás lo que es el amor perfecto (1 Juan 4:17-18).
Lorne H. Matthews PARA RECIBIR EL VERDADERO IMPACTO DE ESTE TESTIMONIO, SUGERIMOS LEER LAS CITAS DE LA BIBLIA, VERSIÓN REINA VALERA. |
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Jimmie Ruth, gracias por mostrarme lo que es el verdadero amor. El pacto de tu fidelidad me ha hecho ser lo que soy hoy. ¡Te amo! Esta es mi foto favorita de la mujer a quien amo, la cual siempre llevo conmigo.
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